martes, 21 de febrero de 2012

Aprender a leer

Escribo esto en recuerdo de mis compañeros de trabajo, que hoy me han regalado un libro electrónico.
Tengo que, una vez más, aprender a leer.
Entre mis pocos recuerdos del colegio de monjas, donde comencé mis años de parvulario, está el de una fila de niños, en el pasillo, ante una señora vestida de negro - ni monja, ni maestra ni puericultora, por supuesto - que nos tomaba la lección a los que no avanzábamos al ritmo adecuado. Manteniendo una cartilla sobre sus rodillas, si fallabas, recibías un pescozón y volvías al final de la cola, para un nuevo intento. Así me inicié en la lectura.
Más tarde, en el Colegio del Pilar, un profesor -D. Timoteo, muy maestro a la antigua- nos hacía aprender y recitar largas poesías en lengua castellana. Todavía recuerdo fragmentos de algunas, "El Piyayo", "La canción del pirata".... Lo importante era memorizar lo leído, pero no nos enseñaron a declamar. ¡Lástima de ocasión perdida!. Más tarde hubo algún profesor, generalmente incomprendido por los alumnos de ciencias, que nos introdujo hacia la Literatura.
En bachillerato, leía con facilidad los libros de texto. Aprendí a respetar y cuidar los libros. Nunca he rayado ni escrito anotaciones sobre un libro (mis hijos son de otra generación). En la carrera había que leer con unas cuartillas al lado, para tomar notas. Aprendí a leer mis propios apuntes de clase, tomados a vuelapluma. Nunca conseguí leer los apuntes de otros.
Aprendí (¿?) a leer literatura, aunque muchos son los libros comprados, menos los empezados y muy pocos los completados. Hasta que se ha agotado el espacio en la librería de casa, el placer de la lectura comenzaba en la tienda, hojeando, saltando de un resumen a otro, acariciando el tacto del papel y las tapas.
Aprendí a leer prensa y revistas impresas, pasando sobre los titulares para encontrar alguna información que tuviera un punto de verdad.
Aprendí a leer en la pantalla del ordenador, saltando de casilla en casilla, como en un juego de ajedrez, tratando de esquivar la basura inutil que la red vuelca sobre nuestros ojos.
Aprendí a leer los textos de SMS que envíaban mis hijos, con abreviaturas indescifrables.
Aprendí a leer los correos electrónicos de amigos y compañeros de trabajo que, urgidos por el reloj implacable, no tienen tiempo para repasar la ortografía ni la sintaxis, haciendo de su lectura un trabajo doloroso.
Aprendí a leer presentaciones de powerpoint - como no estamos en Holanda, no creo que lo prohiban - donde el texto se escribe de forma sincopada, a la americana, en "bullets" (¡Nos disparan balas desde la pantalla!). Como aprendí a leer gráficas, formulas de excel y "scripts" de "macros".
Aprendí a leer los sentimientos en los ojos de las personas, el aburrimiento en el rostro de los alumnos, el desinterés en la postura de los clientes y la desconfianza en la voz de los empleados.
Cuando creía que había leído mucho de todo, como atestiguan mis operaciones de cataratas, me invitan, de nuevo, a aprender a leer en un libro electrónico.
Con un curriculum así como lector, tan anárquico, ¿seré capaz?.
Gracias por proponérmelo.           

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